He tenido la gran bendición de contar con personas quienes han sido angelitos en momentos trascendentales en mi vida. Personas que han brindado y compartido muchos de sus conocimientos, ayudándome a comprender experiencias de vida. Cada vez que hablamos, compartimos experiencias y analizamos las lecciones detrás de cada reto vivido. Estamos ventilando emociones y sentimientos. Estas conversaciones se convierten en terapia para todos.
Me he quedado pensando en nuestra más reciente conversación, donde tocamos el tema del COVID-19 y el duelo.
Hace poco más de un mes comenzamos a vivir una experiencia a nivel mundial que nos ha trastocado a todos de una manera u otra. Este virus no solo amenaza con nuestra salud física, sino con nuestra economía y por consecuencia la salud mental.
Cuando pensamos en pérdidas y duelo, usualmente pensamos en la pérdida de un ser querido. En ésta ocasión es importante reconocer otras pérdidas las cuales muchos enfrentamos hoy, como lo es la pérdida de empleo, de ingresos, del hogar, entre otros. También están quienes se enferman y deben permanecer aislados para no contagiar a sus seres queridos y los familiares de quienes fallecen, sin lograr tener un momento para despedirse físicamente de ellos. Todas son pérdidas, por lo tanto, todos tienen un proceso de duelo.
Es importante saber que el duelo cuenta con cinco etapas:
1. Negación
2. Enojo
3. Negociación
4. Depresión
5. Aceptación
Estas etapas no suceden en un orden en específico ni son lineales. Hay etapas a las que puedes regresar. Debemos aceptar y reconocer lo que estamos viviendo y darnos el espacio para sentirlo. Una vez estás consciente en la etapa de duelo en la que te encuentras, debes pensar en que cosas puedes hacer proactivamente para moverte en la dirección que te guiará a una recuperación. No podemos quedarnos en el proceso. Está bien aceptar y sentir nuestro duelo, pero no podemos permitir que nos paralice.
Existen muchas actividades que nos facilitan ese transitar por nuestro dolor.
El ejercicio es ideal ya que funciona como un antidepresivo natural. Este aumenta la producción de la serotonina y dopamina en el cerebro. La meditación es excelente porque nos mantiene en el aquí y el ahora, también aporta reduciendo el estrés y ansiedad entre muchísimos otros beneficios. Leer, escribir, dibujar o colorear son actividades que nos mantienen un poco más relajados y nos ayudan a detener los pensamientos. Es importante determinar quién o quiénes son tu grupo de apoyo, ese familiar o amigo con quien puedes hablar. Una persona positiva, quien te escuche sin juicio. Si cuentas con un terapeuta y/o psicólogo, es un buen momento para atenderte. La ayuda profesional debe ser parte de nuestra recuperación.
En momentos donde sientes la ansiedad, repite en voz alta: Lo que estoy viviendo NO me va a destruir, me va a construir en una mejor persona”.
Y como todas las crisis, va a pasar.